C37-PORQUE ELLA ERA SUYA.
C37-PORQUE ELLA ERA SUYA.
El sol entraba por los ventanales del invernadero y Rachel estaba sentada en el suelo junto a Leah, que sostenía una pequeña regadera rosa y regaba con cuidado las plantas más bajas.
—Así, muy bien —dijo Rachel sonriendo—. Eres toda una experta.
Leah levantó la cara, con las mejillas encendidas y los rizos rubios despeinados.
—Es que tú me enseñas bonito —dijo con una sonrisa tímida.
Rachel soltó una risa suave y le limpió la naricita con los dedos.
—Tú haces que todo crezca, hasta las flores te quieren, cielo.
La niña rió feliz, y siguió regando. Unos segundos después, se quedó pensativa.
—Rachel… ¿puedo pedirte algo?
—Claro, mi amor.
Leah se mordió el labio inferior, como si dudara.
—Quiero ir al colegio —dijo bajito—. Con otros niños.
Rachel frunció el ceño.
—¿No vas a una escuela?
Leah negó, moviendo los rizos.
—Papá dice que me enseña en casa. Que es mejor así… por mi condición.
Rachel la miró, sorprendida.
—¿Tu condición? —repitió despacio—. ¿Amor, pued