La bestia de Máximo

Máximo Spencer siente hambre, su mirada es aún más oscura, incluso su piel se eriza cosa que nunca le había causado una mujer. Verla ahí, solo para él, con esa lencería que deja mucho que ver, sentada en el orillo de la cama, su rostro sonrojado quizás por la vergüenza, eso, eso le hizo babear de ganas.

Sus pasos son firmes hacia Julieta, que no se atreve a mirarlo por ahora, y que se le va a salir el corazón de lo acelerado que lo tiene.

Lo único que puede ver son sus pies, ya que él está descalzo, y así que cierra los ojos y traga grueso, le es sumamente difícil estar en esta posición y vestida así, los malos recuerdos quieren venir ya que eso le causo pánico, pero se quiere calmar, quiere dominar ese mal.

Su temor se hace mayor, porque él no le dice nada, absolutamente nada, solo la mira y es que literal, no puede dejar de mirarla, ella tiene unos grandes pechos y aquel coqueto lunar como si fuera arte en el pecho derecho de ella le llama más la atención, son grandes como a él l
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