81. Los cuatrillizos.

—¡Salvador! ¡Vamos, reacciona! Debemos llevar a Vanessa a la sala de maternidad —le grita Annie.

Él abre los ojos, saliendo de su ensimismamiento, y toma a su mujer en brazos mientras le habla.

—Mi princesa, discúlpame —dice, llevándola rápidamente a la sala de partos preparada para el nacimiento de los bebés.

Lennon llega en ese mismo momento, cargando a Júpiter en brazos, mientras un equipo médico los espera con todo listo.

—Por favor, papitos, acomódenlas en las camillas. Revisaremos cómo va la dilatación.

—¡Ay, no! A mí no me vengan con esas malditas cosas —grita Júpiter, sintiendo el dolor en su vientre como si la partiera en dos—. ¡No quiero que me hagan sufrir! ¡Si insisten, los convierto a todos en crustáceos y los envío al lago!

—Pero, diosa Ma... —una de las doctoras casi comete un error fatal al dirigirse a ella de forma inapropiada.

—Sí, diosa Maléfica, o como quieran llamarme, pero que quede claro: ¡a mí no me van a hacer pasar por ese suplicio! ¿Entendido?

—Leona… —inten
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