35. Atormentados.
—¡Alfa! ¿Qué haces aquí? —pregunta, exaltada, mi Luna al abrir sus bellos ojos y verme contemplando su rostro.
—Te desmayaste, y como llevas en tu vientre a mi cachorra, estaba esperando que despertaras para asegurarme de que comieras —digo, alcanzándole la bandeja con sus antojos y una rosa amarilla. Mi nana me dijo que son sus favoritas.
—Gracias —responde, mirándome de manera extraña. Arquea una ceja, y se ve tan adorable que debo contenerme para no lanzarme encima.
Deseo devorar su boquita, deslizar mis manos a través de su cuerpo y hundirme en medio de sus piernas...
P. V. O. Lennon Forget
Mi bella diablilla, Júpiter. Me ha estado siguiendo durante toda la semana. Tuve que obligarme a mantener la misma rutina; esa era la única forma de disfrutar su aroma y conocer, poco a poco, sus gustos.
Tengo el hábito, junto al Alfa, de levantarme muy temprano y recorrer la manada. Es nuestra forma de mantenernos informados sobre lo que sucede.
Mi pobre Diablilla me siguió, y se notaba a legu