UGPEM. CAPITULO 67. Ya no tienes un hijoSin embargo aquel tono le decía que el guardaespaldas lo dudaba, y que tanto él como Saínz esperaban lo peor.—Si al menos pudiéramos saber quién está detrás de usted... —murmuró Saínz y Liam apretó los puños.Su padre llevaba dos semanas hospitalizado y los enfrentamientos entre ellos lo habían puesto tan mal que su madre le había prohibido la entrada, pero justo ese día le habían dado de alta y en la tarde lo trasladarían a la casa.—Vamos —dijo tomando su gabardina para salir y poco después entraban en la mansión Grissom.—Señor, no puede... —intentó detenerlo el guardia de la puerta y Liam sacó la cabeza por la ventanilla.—Esta es mi casa y estoy montado en una Hummer. O me abres o me cargo la verja, tú decides —gruñó con voz gélida.Finalmente el pobre guardia tuvo que abrirle y para cuando Garret Grissom llegó a su casa lo primero que se encontró fue a Liam sentado en uno de los butacones de su cuarto.—¿Viniste a darle la bienvenida a t
UGPEM. CAPÍTULO 68. RespuestasDOS MESES DESPUÉSMax respiró profundo mientras bajaba las angostas escaleritas y cerraba la trampilla. Eran las once de la noche de un día entre semana, otro de los cargueros había llegado ese día al puerto de Birsay y en dos más saldría hacia San Petersburgo, y siempre era el mismo proceso: atracaba y se iban todos a beber luego de dos semanas intensas en el mar. El barco se quedaba sin vigilancia porque después de todo ¿a quién se le ocurriría robar un negocio que le reportaba tanto al pueblito?Max aprovechaba cada vez para sacar lo que iba necesitando, más comida, medicinas, baterías. Ese día además había sacado algunos libros porque estaba demasiado aburrida y ahora regresaba a su pequeño refugio.Su pancita había crecido muy poco en dos meses, así que todavía debía estar en el primer trimestre. Las náuseas por suerte se habían ido y poco a poco el cansancio también. Los hematomas habían desaparecido y el dolor en el pecho y en la espalda por los d
UGPEM. CAPÍTULO 69. ¿Qué hiciste?El general estuvo a punto de despegar los labios, pero era evidente que Liam Grissom no estaba al tanto de lo que Max y él estaban investigando.—Señor, ya pasaron casi tres meses —murmuró Saínz y Morrison negó con un gesto de tristeza y comprensión.—Si estuviera viva Max ya habría logrado escapar, está entrenada para eso —murmuró—. Lo que no acabo de entender es por qué estaba sola. ¿No se suponía que estaba cuidándote?Liam apretó los labios y pasó saliva, porque nadie tenía que recordarle su responsabilidad en aquel asunto.—Eso fue culpa mía —sentenció—. Cuando supe que era mi guardaespaldas y todo el teatro que ella y mi padre habían hecho desde el inicio... Yo fui el que le pidió que se fuera, primero porque no quería seguir aquella farsa y luego porque no quería que la encontrara la policía militar...El general Morrison arrugó el ceño y lo miró con incredulidad.—¿La policía militar? ¿Qué tiene que ver la policía militar en esto? —gruñó con b
UGPEM. CAPITULO 70. La verdadTroy Morrison se preciaba de ser un hombre recto, y de no dejar pasar la traición, pero si era honesto debía reconocer que la esperaba de cualquiera menos del hombre que había sido su mejor amigo durante años. Quizás Liam no entendiera la magnitud de lo que estaba pasando, pero el general podía ver en los ojos de Garret Grissom que sabía exactamente lo que había hecho.Le hizo un gesto a Marquet para que se acercara y lo ordenó.—Busca al oficial de mayor rango en mi equipo y a una enfermera, que venga un médico a verme, necesito salir de aquí —gruñó con impaciencia.Marquet salió de inmediato y Liam se acercó.—General... ¿qué es lo que está pasando? —preguntó con un nudo en la garganta porque él había sido el primero en pasarlo por alto.—Tengo que salir de aquí... tengo que ir a un lugar... —masculló el general—. Cuando tenga una respuesta te la daré, Liam, antes no.Garret abrió la boca para decir algo, probablemente que él no tenía nada que decirle a
UGPEM. CAPITULO 71. ¡Dime que eso no es cierto!El general se pasó una mano temblorosa por los ojos antes de mirar fijamente aquella fotografía y tragarse el nudo que se había formado en su garganta.—¿Cómo pudiste...? ¡Eres un maldito monstruo! —siseó.—Eso es lo que la guerra nos hace a todos. No hay inocencia que sobreviva más allá del campo de batalla —replicó Alcott—. Maxine Jhonson ya no es más un activo tuyo y menos uno que puedas usar contra mí. Si sigues con la investigación por esos misiles, te juro que lo único que te espera es una sentencia de muerte.Morrison no podía soportar aquella mirada de odio e impotencia que acompañaba aquellas palabras.—No será así —sentenció el general con un tono sereno—. Yo no permitiré que te salgas con la tuya. No importa lo que hayas hecho ni lo que estés dispuesto a hacer para evitarlo: te perseguiré hasta las últimas consecuencias si es necesario, y juro que tendrás lo que te mereces. ¡Enfermera! —gritó agarrando la foto que estaba sobre
UGPEM. CAPITULO 72. Una pesadilla"La entregó para que la mataran".Aquella frase retumbó en los oídos de Liam como una sentencia, y quizás no la hubiera creído si no hubiera visto aquella fatídica foto encima de la mesa.La mano le tembló al tratar de alcanzarla, y cuando por fin la rozó con los dedos los ojos se le llenaron de lágrimas en un instante.En la foto se veía a Max, el cuerpo inerte de Max, tan frágil y vulnerable como jamás había sido, con sus cabellos castaños hundida entre lo que parecían bolsas de basura y una mirada vacía en los ojos. Estaba cubierta de sangre. Había varias marcas de disparos sobre su pecho y su cuerpo había quedado en una posición antinatural, incómoda.Liam jadeó con desesperación, ante la terrible certeza de que aquello era real. Los recuerdos de los últimos momentos que habían pasado juntos comenzaron a bombardearle la mente sin piedad, y sintió como si el aire se le hubiera cortado. Se sentía destrozado por dentro sabiendo que Max había sufrido
UGPEM. CAPÍTULO 73. Voy a tener mi venganzaLiam abrió los ojos y se sentó en el suelo, que aparentemente era donde había quedado después de la última borrachera. Se sentía impotente e incapaz de hacer nada para cambiar el curso de su destino, pero en algún punto el odio era más poderoso que la esperanza.—No me he echado para atrás, pero no estoy en mis... mejores condiciones. Vas a tener que venir si quieres mi firma —sentenció.Al otro lado del teléfono Cassian Wolf se quedó pensativo por un momento. Por suerte o por desgracia la curiosidad también pesaba más que la sospecha y de cualquier forma ya estaba en la ciudad.—Mándame la dirección y yo llevo los papeles —declaró.Liam le mandó su ubicación por WhatsApp y trató de bañarse y recoger un poco en lo que Cassian llegaba, pero nada preparó al alemán para lo que iba a encontrarse detrás de esa puerta. El departamento estaba medio en penumbra y olía como si alguien se hubiera muerto allí.En la cocina y el salón había latas, botel
UGPEM. CAPÍTULO 74. Solo para escuchar su vozLiam miró el depósito en las seis cuentas nuevas que había hecho. Ochocientos sesenta y cuatro millones en total, lo que Cassian Wolf había pagado por sus acciones en la compañía, que lo habían convertido de un momento a otro en el accionista mayoritario de la exportadora Grissom.Una semana, era todo lo que había tardado el alemán en redirigir los barcos a su propia empresa, cambiar las licencias de puerto a su nombre y hacer exactamente lo que le había prometido a Liam que haría: destrozar aquella empresa parte por parte y venderla en pedazos.Garret Grisson estaba al borde del colapso hacía una semana, con médicos y ambulancias entrando y saliendo de la casa, pero aunque se había cansado de gritar y amenazar, no había conseguido nada. Cassian Wolf era no solo el accionista mayoritario, sino el dueño total de la empresa, y no le molestaba perder un par de cientos de millones destrozando su empresa porque al final ganaría mucho más al no