UGPEM. CAPÍTULO 64. Sabes que voy a volverLe dolía todo, como si cada célula de su cuerpo estuviera rebelándose contra ella. Más allá había una luz, lejana y fría, demasiado fría, Max no quería ir hacia ella, pero su conciencia se sacudió a medida que aquellas manos sacudían su cuerpo."Max... Max... tienes que despertar... ¡Max...!"Abrió los ojos sobresaltada y la luz ya no estaba lejana sino sobre ella. Tembló al darse cuenta de dónde estaba, sobre una camilla fría de metal, desnuda, con una sábana por encima. Tenía el cabello húmedo y olía a limpieza y desinfectante por todo el lugar, pero no podía ver el lugar porque las luces eran demasiado fuertes. Luces quirúrgicas, blancas... su respiración se hizo superficial y apretó los dientes con un gruñido de dolor.—Despacio, tienes que respirar despacio —escuchó a su lado una voz que la hizo tensarse, hasta que se dio cuenta de que no tenía las manos atadas.Quería levantarse y reaccionar pero estaba demasiado adolorida.—Mi pecho...
UGPEM. CAPÍTULO 65. SobreviviendoMax salió al frío de la madrugada, se abrazó el cuerpo y se dio fuerzas a pesar de todo para caminar. Llegó al final de la calle y se dio cuenta de dónde estaba: a quince calles de los muelles. No era demasiado para caminarlo en la madrugada, y aquella zona de la ciudad era relativamente segura.Apresuró el paso tanto como el dolor se lo permitió, y solo se detuvo cuando tuvo cerca el letrero luminoso de una farmacia.Lo pensó dos veces antes de entrar, pero necesitaba muchas cosas sin las que no podía irse. Su maleta de emergencia más cercana estaba demasiado lejos como para ir por ella. Se echó sobre la cabeza la capucha de la sudadera, entró en la farmacia y llenó una canasta de compra de todo lo que podía necesitar, y sobre todo eso puso tres pruebas de embarazo.Por suerte a esa hora no había nadie y la chica que estaba atendiendo miró varias de las cosas que llevaba con expresión preocupada.—Este... disculpe, pero si está embarazada no debería
UGPEM. CAPÍTULO 66. Solo dos posibilidadesLo único bueno de no saber si era de día o de noche, era que Max necesitaba dormir y podía hacerlo, porque dormir era mejor que pensar. En aquel pequeño espacio tenía todo lo que necesitaba, comía poco y solo lo que le apetecía, las pastillas para las náuseas habían ayudado mucho y también ayudaba que el carguero fuera tan pesado que no se moviera ni un poco.Sabía qué día y hora era solo por el calendario de su teléfono, pero a veces salía en la hora pesada de la madrugada, sobre las cuatro, para respirar un poco de aire fresco y ver el mar.Fueron doce días largos y penosos, Max se preguntaba cómo estaría Liam y si alguna vez pensaría en ella, pero sabía que Travis tenía razón, mientras él no supiera nada de ella, no representaría una amenaza para Alcott y estaría bien. Estaría a salvo.Era de madrugada, cerca de las dos, cuando el carguero por fin atracó en Birsay. Max escuchó los gritos de los hombres y las órdenes del capitán: todos debí
UGPEM. CAPITULO 67. Ya no tienes un hijoSin embargo aquel tono le decía que el guardaespaldas lo dudaba, y que tanto él como Saínz esperaban lo peor.—Si al menos pudiéramos saber quién está detrás de usted... —murmuró Saínz y Liam apretó los puños.Su padre llevaba dos semanas hospitalizado y los enfrentamientos entre ellos lo habían puesto tan mal que su madre le había prohibido la entrada, pero justo ese día le habían dado de alta y en la tarde lo trasladarían a la casa.—Vamos —dijo tomando su gabardina para salir y poco después entraban en la mansión Grissom.—Señor, no puede... —intentó detenerlo el guardia de la puerta y Liam sacó la cabeza por la ventanilla.—Esta es mi casa y estoy montado en una Hummer. O me abres o me cargo la verja, tú decides —gruñó con voz gélida.Finalmente el pobre guardia tuvo que abrirle y para cuando Garret Grissom llegó a su casa lo primero que se encontró fue a Liam sentado en uno de los butacones de su cuarto.—¿Viniste a darle la bienvenida a t
UGPEM. CAPÍTULO 68. RespuestasDOS MESES DESPUÉSMax respiró profundo mientras bajaba las angostas escaleritas y cerraba la trampilla. Eran las once de la noche de un día entre semana, otro de los cargueros había llegado ese día al puerto de Birsay y en dos más saldría hacia San Petersburgo, y siempre era el mismo proceso: atracaba y se iban todos a beber luego de dos semanas intensas en el mar. El barco se quedaba sin vigilancia porque después de todo ¿a quién se le ocurriría robar un negocio que le reportaba tanto al pueblito?Max aprovechaba cada vez para sacar lo que iba necesitando, más comida, medicinas, baterías. Ese día además había sacado algunos libros porque estaba demasiado aburrida y ahora regresaba a su pequeño refugio.Su pancita había crecido muy poco en dos meses, así que todavía debía estar en el primer trimestre. Las náuseas por suerte se habían ido y poco a poco el cansancio también. Los hematomas habían desaparecido y el dolor en el pecho y en la espalda por los d
UGPEM. CAPÍTULO 69. ¿Qué hiciste?El general estuvo a punto de despegar los labios, pero era evidente que Liam Grissom no estaba al tanto de lo que Max y él estaban investigando.—Señor, ya pasaron casi tres meses —murmuró Saínz y Morrison negó con un gesto de tristeza y comprensión.—Si estuviera viva Max ya habría logrado escapar, está entrenada para eso —murmuró—. Lo que no acabo de entender es por qué estaba sola. ¿No se suponía que estaba cuidándote?Liam apretó los labios y pasó saliva, porque nadie tenía que recordarle su responsabilidad en aquel asunto.—Eso fue culpa mía —sentenció—. Cuando supe que era mi guardaespaldas y todo el teatro que ella y mi padre habían hecho desde el inicio... Yo fui el que le pidió que se fuera, primero porque no quería seguir aquella farsa y luego porque no quería que la encontrara la policía militar...El general Morrison arrugó el ceño y lo miró con incredulidad.—¿La policía militar? ¿Qué tiene que ver la policía militar en esto? —gruñó con b
UGPEM. CAPITULO 70. La verdadTroy Morrison se preciaba de ser un hombre recto, y de no dejar pasar la traición, pero si era honesto debía reconocer que la esperaba de cualquiera menos del hombre que había sido su mejor amigo durante años. Quizás Liam no entendiera la magnitud de lo que estaba pasando, pero el general podía ver en los ojos de Garret Grissom que sabía exactamente lo que había hecho.Le hizo un gesto a Marquet para que se acercara y lo ordenó.—Busca al oficial de mayor rango en mi equipo y a una enfermera, que venga un médico a verme, necesito salir de aquí —gruñó con impaciencia.Marquet salió de inmediato y Liam se acercó.—General... ¿qué es lo que está pasando? —preguntó con un nudo en la garganta porque él había sido el primero en pasarlo por alto.—Tengo que salir de aquí... tengo que ir a un lugar... —masculló el general—. Cuando tenga una respuesta te la daré, Liam, antes no.Garret abrió la boca para decir algo, probablemente que él no tenía nada que decirle a
UGPEM. CAPITULO 71. ¡Dime que eso no es cierto!El general se pasó una mano temblorosa por los ojos antes de mirar fijamente aquella fotografía y tragarse el nudo que se había formado en su garganta.—¿Cómo pudiste...? ¡Eres un maldito monstruo! —siseó.—Eso es lo que la guerra nos hace a todos. No hay inocencia que sobreviva más allá del campo de batalla —replicó Alcott—. Maxine Jhonson ya no es más un activo tuyo y menos uno que puedas usar contra mí. Si sigues con la investigación por esos misiles, te juro que lo único que te espera es una sentencia de muerte.Morrison no podía soportar aquella mirada de odio e impotencia que acompañaba aquellas palabras.—No será así —sentenció el general con un tono sereno—. Yo no permitiré que te salgas con la tuya. No importa lo que hayas hecho ni lo que estés dispuesto a hacer para evitarlo: te perseguiré hasta las últimas consecuencias si es necesario, y juro que tendrás lo que te mereces. ¡Enfermera! —gritó agarrando la foto que estaba sobre