Finales hermosos e inicios inesperados.
EPÍLOGO
Howard, su esposa y su hijo bajaron corriendo de aquel avión privado y una camioneta de lujo los llevó directamente a un hospital. El médico llegó como un loco cambiándose de ropa, lavándose las manos, escuchando las protestas asustadas de Scott, y cuando por fin entró a la salita de parto volvió a salir dos segundos después, golpeando a Scott en la nuca.
—¡Ni siquiera ha tenido una contracción todavía, solo rompió aguas! —gritó y su esposa Amanda rompió en carcajadas al ver el puchero nervioso del papá.
—¡Pues igual me asusté! —exclamó Scott.
—Van a pasar horas antes de que por fin nazca el bebé —dijo la esposa de Howard—. Así que con permiso, yo voy a saludar a la mamá y a reírme un poco de ustedes.
Amanda entró a conocer a Alejandra y las dos se llevaron bien de inmediato. Luego Sebastian aprovechó para llevarlos a ella y a su hijo Dylan a la casa para que se quedaran con el abuelo y con Mar mientras Alejandra daba a luz. Por suerte los niños también congeniaron, se llevaban