CAPÍTULO 20. Una mujer que jamás sería suya
CAPÍTULO 20. Una mujer que jamás sería suya
No habían pasado ni siquiera tres horas cuando llegaban ya al aeropuerto. Para Max subirse a un avión era normal, pero hacerlo a uno privado y con tanto lujo, no mucho. Así que se sentía extraña mientras veía que el avión ejecutivo tenía hasta una habitación con cama incluida.
El vuelo era largo, pero ella tenía tanta curiosidad acerca de todo el trabajo que hacía Liam aparte de la empresa, que no dejó de preguntar: ¿de dónde salían y a dónde enviaban las donaciones? ¿Cómo las compraba? ¿Cómo se aseguraba de que llegaran? ¿Qué cosas se enviaban?
La lista era infinita, y Liam se lo iba respondiendo todo con entusiasmo, porque realmente aquella era una labor que consideraba crucial.
—¡Dios, eso es mucho dinero! —murmuró Max dándose cuenta de que Liam tenía implementado aquel sistema en diversas partes del mundo desde hacía años—. Si no hubieras donado todo eso, ya te habrías podido comprar un pequeño país.
—¿Y qué iba a hacer con un pequeño pa