PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 37. Besos y… algo más
Niko soltó una carcajada que resonó con un eco suave en las paredes del baño. Gigi, aún con los ojos clavados en su cuerpo, no podía apartar la vista. El agua caliente caía sobre él, dibujando el contorno de sus músculos mientras su mano seguía acari