PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 33. Una propuesta extraña
Niko quería que la tierra se abriera a sus pies mientras le ponía el seguro a la puerta de su habitación y miraba la carpa de circo que traía en los pantalones.
—¡Maldición! Si sigo así voy a acabar en el médico —suspiró levantando la mano derech