PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 23: Un lugar al que llamar hogar
Niko la miró con una firmeza implacable, como si las palabras que acababa de pronunciar no admitieran réplica. Gigi, sin embargo, seguía sentada en el borde del escritorio, parpadeando en un intento de procesar lo que acababa de escuchar.