ROJO PROMESA. CAPÍTULO 9. Curiosidad
Ainara contuvo el aliento, pero ni por un instante se dejó amedrentar. Mauro podía saber a dónde había ido, pero no qué había hecho, porque en más de diez años ni los mejores investigadores habían podido descubrir qué era exactamente lo que hacía cuando iba a es