El dolor comenzó a hacerse insoportable. Era una sensación profunda que parecía provenir de lo más profundo de su cuerpo y que empeoraba a cada segundo que pasaba.
—¿Qué me hiciste, Víktor? —exclamó asustada, pero todo lo que recibió de respuesta fue un encogimiento de hombros.
—Yo ni te he tocado