Danna se alejó patinando hacia el otro lado de la pista de hielo y Loan trató de bordearla para encontrarse con ella, pero la mano de la señora Ailsa aferrándose a su chaqueta lo detuvo.
—Por favor... Usted es su esposo ahora. ¿No es cierto?
—Todavía no, somos novios —declaró Loan.
—Es igual, ust