Un auto lujoso se detuvo frente al edificio y de él salió Mason muy bien vestido y una enfermera que llevaba a la bebé en brazos. Andrea enseguida la tomó y la acunó contra su pecho.
—Ben... ¿conoces a algún buen investigador privado? —preguntó de repente.
—Puedo conseguir uno. ¿Por qué? —preguntó