BÁRBARA
Hay un dicho que Isabela siempre dice cuando las cosas se tornan, incluso un poco mal:
"Las tormentas siempre tienen un final".
La primera vez que lo escuchó, escupió unas cuantas maldiciones y se escapó de casa. Corrió tan lejos como sus piernas le permitieron. Y para empeorar las cosas, estaba cayendo una de las peores tormentas de la época. Fue un mal chiste en su vida. Pero no dejo de avanzar. Sus pies ardieron y sus rodillas casi cedían al peso de la ropa mojada y de su propio cuerpo a medida que avanzaba.
No tenía idea de a donde quería ir, pero tampoco quería regresar. Solo quería escapar a un lugar donde nada pudiera dañarla, un lugar donde se sintiera a salvo. Por supuesto, en ese entonces ese lugar no existía. No en su mente.
Avanzó por varias horas hasta que se dio cuenta de que había dejado de llover y ahora solo era ella empapada por la lluvia con el dolor quemante sobre su espalda… Recuerda haber