—Cariño, ¿pasa algo? — la voz dulce de Sophie hizo que ambos giraran a verla. Alexis no podía creer que le hablara tan dulce.
—No, —dijo muy serio, no podía evitar los malditos celos, esos que lo sacaban de sus casillas, esos que le iban a traer muchos problemas, porque su mente imaginaba los peores escenarios y eso lo mataba.
—Sophie, mi amor, estás increíblemente hermosa, espero me concedas un baile en tu fiesta de matrimonio. — Alex quería arrancarle la lengua y la vida a ese idiota.
—Dudo mucho que lo haga, ¿mejor dime a qué has venido? Yo no recuerdo de haberte invitado — ambos hombres estaban sorprendidos por las palabras tan duras de Sophie, uno feliz y el otro molesto.
—Ahora dices eso, pero anoche me rogabas porque te hiciera mía, una y otra vez — Sophie jadeo al oírlo, y Alexis vio todo rojo de la ira, por lo que de un puñetazo lo tiró al piso.
—Detente Alexis