Dos días después...
Como ya era habitual en ellos, a pesar de haber iniciado de nuevo la convivencia apenas hace dos días, su despertar era de lo más intenso. Si cuando Daylhan llegó era la persona más tímida y turbada, ahora ya no. Él decidía. Él mandaba. Y Keerd le complacía.
En aquellos dos días, Daylhan se despertaba antes para, a la chita callando, ir activando el deseo de su esposo. Despertares como aquellos hacían que Keerd agradeciera, a cada segundo, haber hecho lo que hizo. Ver cómo el castaño daba el pri