Capítulo 81. Lealtad al mayor postor
Félix volvió a su casa en taxi. Tenía miedo de llamar a Urdaneta y que él también fuera víctima de Haiko. Ese día fue uno de los más humillantes de toda su vida.
—Es aquí a la derecha—, indicó Ximena que viajaba con Félix en la parte trasera del taxi.
El chófer se dedicaba a hacer su trabajo, pero no dejaba de ver a Félix a través del espejo retrovisor. Era como si lo hubiera reconocido y no pudiera creer que Félix Lancer estuviera viajando en su vehículo.
—Yo lo conozco—, dijo el chófer con emoción.
Félix solamente resopló y puso los ojos en blanco para demostrar el fastidio que estaba sintiendo al tener que tratar con ese tipo de personas.
—Es usted ese magnate multimillonario que sale en la televisión—, insistió el chófer del taxi.
Félix solo asentía con la cabeza y miraba a través de la ventanilla para fingir que no lo estaba escuchando.
—¿Puedo sacarme una fotografía con usted?—, preguntó ese hombre mientras detenía el taxi en medio de la carretera para sacar su teléfono de