Capítulo 48. Pesadilla hecha realidad.
Ximena había disfrutado mucho la segunda noche en la iglesia sabiendo que sería la última. Esa mañana partiría rumbo a otro país acompañada de su mejor amiga Gertrudis y nunca más tendría que preocuparse por Félix Lancer ni por nadie.
No podía dejar de ver la ventana esperando el momento en el que amaneciera y fuera la hora de abordar el tren.
Cuando un estruendo ensordecedor la hizo caer de la cama. Eran disparos y explosiones cerca de la entrada principal de la iglesia.
—¡Samuel!—, gritó Ximena preocupada.
Se asomó por la ventana y vió todas esas camionetas rodeando la iglesia y también vió a Félix Lancer bajando de una de ellas.
Su cuerpo se quedó paralizado y sus músculos nuevamente se tensaron al punto de que fue imposible moverse. El miedo la había dejado inmóvil.
Félix Lancer caminó rápidamente hasta el sitio donde todos sus escoltas se preparaban y de inmediato comenzó a dar instrucciones.
—¡Muy bien!—, gritó para llamar la atención—, Ximena está allí adentro. Está rode