Nada en la vida es facil y cuando es algo o personas que marcan tu vida de una forma positiva, hay un giro en el curzo de la vida que hace que todo se venga a bajo y tengas que luchar con el mismisimo Lucifer para que todo vuelva a su cause. Esa es la historia de Alejandro y Jennifer. Una historia de amor tan hermoso y al mismo tiempo complicado ¿podrá el amor superar las pruebas?
Leer másCapítulo 1
Alejandro
Me despierta la discusión de mis padres, otra vez ha llegado papá borracho y sin dinero para la comida. Eso significa que a mi hermano y a mí nos va a tocar salir a pedir comida para mis hermanos pequeños. Antes, esto pasaba pocas veces al mes, pero desde que nació mi hermano, las cosas han empeorado, mi padre llega todos los días borracho y en ocasiones herido.
—Alejandro, Marcos, levántense —nos llama mamá entrando a nuestro pequeño cuarto.
Me levanto en el primer llamado, porque el segundo será con agua, es algo bastante maluco. Me voy a la parte de atrás de nuestra casa de bajareque, camino por el monte que ya está bastante alto para hacer mis necesidades, luego voy al caño a darme un baño. A esta hora el agua está fría, pero me ayuda a terminar de despertarme.
Cuando entro nuevamente en la casa están los más pequeños despiertos, llorando porque tienen hambre, me pone triste verlos así. Mi padre está en su cuarto acostado boca abajo, mi mamá en la cocina buscando qué darle a los más pequeños. Me voy a mi cuarto a cambiarme de ropa y salgo junto a mi hermano al centro de la ciudad en una cola que nos da un vecino.
Al llegar a la ciudad, mi hermano se va a donde están los locales de comida y de ropa, yo me quedo junto a los semáforos para pedir dinero mientras que la luz cambia a verde nuevamente. Mientras espero que los carros se detengan, veo a mi alrededor y la vista se me queda en un niño que va con su padre, ambos felices. Una sonrisa se me escapa imaginándome junto a mi padre en esa misma situación ¿Cómo se sentirá?
Por la misma acera por donde estoy, viene una mujer regañando a su hijo, el niño se suelta y sale corriendo en mi dirección, la madre grita que se detenga, como ve que no hace caso pide que le agarren al niño, yo me atravieso en su camino evitando que baje la acera y sea atropellado por un carro.
—Muchas gracias niño —me sonríe aliviada la madre— y tú, vas a estar castigado por toda la semana —se dirige a su hijo agarrándolo fuertemente por el brazo.
El niño se tira en el suelo pataleando, ella lo pone de pie y le pega por la pierna. No entiendo como niños como él, tiene unos padres tan buenos y niños como mis hermanos y yo, nos ha tocado unos padres que ni se preocupan en uno. No es justo.
Me limpio rápido una lágrima que resbala de mi mejilla, recordando que los niños no lloran, ya que eso es de niñas y yo no lo soy, al menos eso es algo que papá siempre nos dice a mi hermano y a mi.
La luz del semáforo cambia a rojo y poco a poco los carros se detienen, bajo de la acera pasando de carro en carro pidiendo una colaboración, algunos me dan mientras que otros me dicen que vaya a la escuela. Si supieran que es donde me gustaría estar en este momento.
Supongo que ellos son personas que tuvieron la oportunidad de ir a una escuela, sin embargo, son personas muy groseras, no toman en cuenta los sentimientos de otros, tan solo ven a los demás como un estorbo.
El sol está en su punto más alto y el calor es abrasador, con lo que he logrado recoger me alcanza para comprar algo. Voy al mercado donde venden más barato y compro algunas cosas, al salir de allí, veo un puesto de perros calientes, un señor va a botar un pedazo y corro hasta él.
—¿Me lo podría dar por favor? —le suplico al hombre, mi estómago suena, no he comido nada en toda la mañana.
—Voy hacer algo mejor, ven conmigo —me lleva hasta donde está el hombre que prepara la comida —dame una hamburguesa y un refresco por favor.
Se dirige al hombre que prepara la comida rápida, este me ve de arriba abajo con asco, pero debido a la dura mirada del señor, le prepara el pedido. Una vez listo, se lo entrega y el señor me lleva hasta una de las mesas desocupadas.
—Vas a comer aquí, delante de mí. No quiero que después tus padres te quiten la comida —me dice el hombre viendo a los lados.
Pone el plato frente a mí, coloco la bolsa en la mesa y me dispongo a comer. Trato de comer despacio, pero el hambre me gana, al terminar me tomo el refresco que pidió para mí. Hacía mucho que no quedaba satisfecho y mi estómago tan abultado, se siente tan extraño.
—Ahora dime, ¿Dónde están tus padres? —me pregunta viéndome atentamente.
Me hace sentir un poco incómodo, no lo conozco y por eso no debería estar respondiendo preguntas de este tipo.
—En casa, con mis hermanos —me limito a responder, no creo que sea buena idea revelar información a extraños.
—¿Esto es lo que siempre haces para comer? ¿Pedir dinero en los semáforos y comer de la basura?
Vuelve a preguntar con esa mirada que me causa temor y al mismo tiempo haciéndome sentir mal.
—Sí, no tengo de otra, no quiero que mis hermanos tengan hambre —le respondo triste, recordándoles llorar esta mañana antes de salir.
—Te ofrezco un trabajo, pero en Caracas, te vienes conmigo, yo te doy para tus cosas y además, le pago una mensualidad a tus padres ¿Qué te parece?
Es una oferta tentadora, así no tendría que seguir pidiendo y mis hermanos tendrían para lo necesario y un poco más, quizás sería una muy buena idea. Solo si mamá está de acuerdo y logramos convencer a papá.
¿Será seguro el trabajo? y si, ¿no volveré a ver más a mi familia? ¿valdrá la pena el sacrificio?
—¿De qué es el trabajo? —pregunto no muy convencido.
—Serás mis ojos, algo así como un detective secreto —sonríe mostrando todos sus dientes blancos y bien cuidado— ¿te gustaría?
—¿Por qué en Caracas? Eso está muy lejos.
Si necesito escapar de él, no podría regresar tan fácilmente. Nunca he salido a otros estados del país y mucho menos sin mis padres, por lo que quedaría a mi suerte.
—Porque allí hay oportunidades de trabajo. Vamos a hablar con tus padres.
Me pide al ver mis dudas. Se levanta de la mesa decidido, se acerca al hombre de las hamburguesas pagando lo pedido y puedo ver todo el dinero que lleva en su mano, es mucho, con eso podría comprarle a mis padres una casa, como mínimo.
Lo llevo a buscar a Marcos, mi hermano mayor, no puedo regresar a casa sin él y menos en este momento que estoy llevando a un extraño.
Al verme llegar con este hombre, Marcos se pone a la defensiva, lo llevo aparte para hablar en privado con él y le explico lo que me ha ofrecido y que quiere hablar con nuestros padres.
Marcos al conocer la oferta tentadora del hombre, accede a llevarlo a casa, pero le da una advertencia al hombre en caso de que intente algo malo.
Terminó la llamada justo cuando llegó a la funeraria, estaciono en donde me indica el encargado, apago el motor y salgo con sentimientos encontrados. Al cruzar la puerta principal pregunto a una chica que pasa por dónde estoy en dónde está la sala velatoria activa, ella la señala con su mano el lugar, al entrar en la sala solo veo a Patricia frente a la urna viéndola fijamente.Me siento a su lado sin decir una sola palabra, quiero acercarme hasta dónde está mamá, pero algo dentro de mí me dice que no lo haga, qué no tengo derecho ni siquiera de llorarla. Patricia se sorprende al verme, ve hacia la urna frente a ella y luego a mí, se le nota que tiene una lucha interna con la que no puede lidiar en este momento.—Lo sé todo, hace unos minutos atrás un investigador que trabaja en el buffet me lo contó todo, no vengo a reprocharte nada, no tengo derecho de hacerlo, solo me causa curiosidad el porqué, teniéndome tan cerca, no me lo dijiste aunque sea para solo reclamarme por mi ausencia.
Después de la llamada a Patricia, trato de concentrarme en todo lo que tengo pendiente para hoy, como no tengo secretaria me toca hacer todo solo, llamo a recursos humanos para que me asignen a una secretaria temporal y me voy a una junta.Término todo por hoy, sintiéndome sumamente agotado. Apago mi laptop y dejo todo ordenado para retirarme a casa, quedé con Jennifer en ayudarla con la mudanza qué será hoy en la noche, intenté persuadirla de hacerlo el fin de semana, pero no aceptó, así que no me queda de otra que ayudarla a retornar a casa.Al llegar a casa veo en la sala varias maletas ya listas, mi mamá y mi hermana conversando con las muchachas y Robert agarrando a Anabel por la cintura de forma posesiva.—¿Tú también te vas a poner como Robert y no dejarás que las chicas se vayan hoy? —me pregunta Sara riéndose de Robert y viéndome con sospecha.—Hice un trato con las chicas y estoy dispuesto a cumplirlo, obviamente no me voy a interponer aunque no quiero que se vaya.—Dejen el
Entró a la habitación donde está mi padre encontrando a mi hermano, Josmar y a otro doctor que supongo es el Neurólogo, Josmar hace las presentaciones y me indica que están a punto de informarnos el estado de salud de mi padre.—Además de la inflamación que se encuentra en el área del golpe, no encuentro nada más que pueda causar alarma, sólo le sugiero que por ahora evite conducir o hacer cualquier otra actividad que requiera de su concentración, en quince días pase por mi consultorio para verificar que todo sigue en orden.Respiro aliviado, algo menos en que pensar y preocuparme.—Les dije que estoy bien y no me hicieron caso, par de necios, supongo que me darán el alta hoy mismo, ya quiero regresar a casa junto a mi esposa e hija.—Tanto el doctor Josmar como mi persona firmaremos su alta —le indica, dirigiendo su mirada brevemente a mi hermano y a mí— nos retiramos para organizar el papeleo.Permanezco junto a la puerta sin omitir una palabra, simplemente estoy de espectador ante
—Sus hombres están bajo custodia, no creo que a estas alturas tengan algo más de qué preocuparte, a partir de ahora pueden caminar por las calles sin ningún tipo de preocupación.—No te imaginas el alivio que siento, podre regresarle a Jennifer su vida.—Creo que ya es hora, ¿estás listo para verlo?—Si, vamos.Olivares me lleva hasta donde tienen a Marcos retenido, me cuenta que lo tienen en una zona aislada y son pocos los oficiales que tienen acceso a esa zona. Pasamos por tres puntos de control, cuando llegamos a la sala de interrogatorios, Olivares me indica que estará del otro lado en caso de que las cosas se pongan feas.Al cruzar la puerta, ya está él aquí sentado y esposado a la mesa. Cierro detrás de mí y me acerco a él sintiendo una tormenta de emociones en mi interior. Me siento frente a él sin dejar de verlo a los ojos buscando remordimiento, culpa o pesar, no hay nada de eso.—¿Qué quieres? ¿acaso te da satisfacción verme esposado? —escupe con rabia.—Solo quiero respues
Llegamos a la clínica y noto que ya hay hombres cambiando los vidrios rotos, mis hombres en sus posiciones atentos a lo que ocurre a su alrededor. El escolta que se quedó dirigiendo al grupo y custodiando a mi padre y a Josmar se me acerca a penas me ve entrar.—Buenas tardes jefe, su padre y su hermano están en la habitación, no hemos tenido ningún tipo de percance, todo ha estado en orden —me informa mientras caminamos hasta el ascensor.—Muchas gracias, sigan atentos, el peligro sigue latente —le informo para que se mantenga alerta.El hombre se retira justo cuando el ascensor abre sus puertas, subimos y marco el segundo piso, al salir con lo primero que me encuentro es con dos escoltas parados en toda la puerta de la habitación de papá, ambos me saludan cuando me detengo frente a ellos.—Buenas tardes.Saludo y uno de ellos abre la puerta para mí. Robert está sentado a un lado de papá con su laptop frente a él y el teléfono en la mano. Mi padre es el primero en notar mi presencia
Les doy la espalda rodeando el mostrador, llamo a Jennifer y Anabel para que salgan, las coloco delante de mí y las hago pasar a una de las oficinas de atrás para continuar con lo que vinimos.—¡Estás loco Alejandro! ¿Cómo pudiste arriesgarte de ese modo? —me reprocha Jennifer viendo hacia atrás.—Un buen abogado analiza a su cliente como a la parte contraria para saber cómo actuar o manejar las cosas, deberías saberlo bien.—Al menos llama a tus padres y hermanos para saber si están bien —desvía el tema.—Robert me dice que están bien, en la clínica no ha pasado nada, mintió —me informa Anabel aun con la llamada abierta.—Jennifer llama a Sara para saber cómo están, debo hacer otra llamada.Saco mi teléfono y marco el número del jefe de escoltas, mientras le hago señas a uno de los oficiales para que se acerque, le hago seña hacia las chicas, me dice que ya vienen a tomar las declaraciones.—¿Verificó la identidad de ambas mujeres? —le pregunto apenas atiende.—Si, no son sus hermana
Último capítulo