Luc:
Sus ojos me ven fijamente, sus labios carnosos y amplios, repiten mi nombre sin descanso, sus delgadas y cálidas manos se aferran a mi espalda empapada en sudor.
— Por favor.
Susurra sobre mi oído y estoy a punto de liberarme cuando unos golpes me alejan de ese maravilloso sueño, dejándome agitado y sudado, medio sentado en la cama.
— ¿Adelante? — debería salir una orden, pero no puedo evitar realizar una pregunta, pues aún estoy confuso, ¿acabo de tener un sueño erótico con… — ¡¿Nammi?! — su nombre, salió con espanto, al reconocer que acabo de soñar con la joven que arruine.
— Buen día señor Luc, no me vea así que no soy un fantasma. — me sonríe y yo solo quiero lanzarme por la ventana, soy un enfermo perverso, ¿Cuándo me volví así?
— Yo… yo puedo solo. — trato de hacerla desistir al aferrarme a la sábana, no puedo creer que tenga una erección, maldición, estoy duro por ese maldito sueño.
— Seguro que puede solo, nadie duda de su fuerza, ni de su salud, pero es mi trabajo. — mie