Hécate
Me desmaterialicé en niebla y emergí a unos pocos kilómetros de la playa donde el campamento de los griegos se extendía sobre la arena blanca, miles de tiendas erigidas, hogueras encendidas, hombres hablando, afilando espadas y comiendo.
Un número considerable de guerreros, en el mar por delante de los barcos en número considerable.
- Me tomó un tiempo.- exclamó Hermes haciéndome saltar del susto, no había notado su presencia en las sombras del árbol.
- Parece un alma escapada del mismísimo inframundo.- exclamé.
Me miró con indiferencia y luego volvió la mirada hacia el campamento.
- Es un gran ejército, Troya caerá.- Verificó Hermes.
Caminé más cerca de él y eché un vistazo más de cerca al ejército.
- Son solo hombres, nosotros somos dioses, ellos son hormigas a nuestros pies.- exclamé.
"No importa en absoluto que seamos dioses, no es como si pudiera ir allí y matarlos a todos", se quejó Hermes.
- Hera lo vería y en consecuencia Zeus también, déjame adivinar, ¿Zeus prohibió a