Como lo hubiera prometido, el secretario privado de Fabricio regresó con información para su jefe, en menos de mediahora.
—¿Quieres decir que Darío viajó a la isla para verse con Andrés Malagón? —preguntó Fabricio.
—Sí señor. La información de contacto se la debió suministrar Akina, a quien acababa de visitar, antes de su viaje a la isla.
—¿Y cómo consiguió entrar a esa fortaleza de arena?
—Por la propiedad que tiene su esposa en la isla, señor —contestó el secretario, un hombre que parecía más un guardaespaldas que un oficinista.
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