Con la cabeza inclinada, sus largas pestañas parecían plumas de cuervo; un lunar se marcaba en el puente recto de su nariz; sus labios rojos, los dedos finos y pálidos como el jade… Todo en él desprendía una belleza serena y luminosa.
El corazón de Bianca dio un vuelco. No sabía en qué pensaba exac