—Entonces, Enzo… ¿cuándo te ayudé yo? —
Su tono era firme.
La expresión de Enzo se congeló, pero luego se rió y se sentó con las piernas cruzadas sobre la alfombra.
—Sia, ¿estás tratando de engañarme? Bueno, de todas formas no diré nada —dijo Enzo, sin negarlo. Sus palabras daban a entender que ella