Dominic miró a la angustiada Bianca y se levantó.
—Si no quieres, yo hablaré con ella. Eres mi hermana, y nadie puede obligarte —dijo.
Al escuchar las palabras protectoras de Dominic, el corazón de Bianca se suavizó, y rápidamente tomó la mano de su hermano.
—Está bien. Mamá finalmente salió a come