CONNOR
Solté una carcajada, encantado de que estuviera en la misma sintonía que yo.
—¡Eso es! ¿No es lo más absurdo del mundo, que una mujer se enfade porque su pareja done a la caridad en lugar de gastar su dinero en ella? —negué con la cabeza.
Ella rió.
—Hay personas así, completamente superficiales y egocéntricas —una expresión tensa apareció brevemente en su rostro.
—Cuéntame de ti, preciosa —dije—. Seguro que tienes algún ex imbécil en tu pasado.
Otro destello de tensión.
—Solo los idiotas de siempre, ya sabes.
No me cabía duda de que estaba guardándose algo, pero era su derecho, y no iba a presionar si no estaba lista para hablar.
Miré la comida: bocadillos envueltos en baguette, uvas frescas y yogur griego con puré de moras para el postre.
—Bueno, todos tenemos un pasado —dije mientras le ofrecía algo de comer—. Y no sé tú, pero a mí me gusta dejar el pasado donde pertenece: en el pasado. ¿Qué importa de dónde vienes si no afecta tu presente ni tu futuro, eh?
—Más fácil decirlo