—Lo hace —respondí.
—Campesina.
—Oh, por favor, no olvidemos cómo empezó todo esto. He estado tomando el tren todas las mañanas últimamente.
—¿Últimamente? ¿Como en que antes no lo hacías?
Una sonrisa lenta se curvó en su rostro.
—El día que perdí mi teléfono fue en realidad la primera vez que tomé el transporte público para ir al trabajo en años. Mi chofer estaba de vacaciones.
—¿Pero lo has seguido haciendo desde entonces?
—Ahora tengo una razón.
El nudo de anticipación que había estado cargando desde nuestra llamada telefónica anoche por fin comenzó a deshacerse en cuanto salí de la oficina de Christian. Quería con todas mis fuerzas creer en lo que sea que esto fuera entre nosotros. Aun así, una parte de mí se contenía, temerosa. Él se movía con tanta seguridad, sin miedo, y yo intentaba apoyarme en eso. Odiaba esa parte tímida de mí que todavía se aferraba a la duda. Ya era hora de aprender a dejarla atrás.
⸻
—¿SEÑORA MERRICK? —Abrí con cuidado la puerta y me asomé dentro de la ha