Capítulo 5

Rose arquea una ceja y me mira como si fuera un bicho raro, estoy acostumbrada a ese tipo de miradas, de hecho... incluso yo creo que soy un bicho raro, pero no me importa, a estas alturas de mi vida, lo único que me importa es sacar la universidad, ayudar con los gastos de la casa y de que mi hermano no haga idioteces.

El hombre enciende un cigarro y lo miro espantada, veo como algunas cenizas caen sobre la alfombra, enseguida paso mi dedo pulgar y mi dedo anular por mi lengua y corro hacia él, apagándolo enseguida ¡Hijo de su madre, es él quien deja esas quemaduras y manchas, muy difíciles de quitar u ocultar!

Él me voltea a ver como si fuera a matarme, esa mirada gélida hace un perfecto contraste con sus ojos azules, trago saliva con dificultad, pero luego recuerdo las horribles manchas que quedan en la alfombra y se me pasa casi por completo el miedo. Tomo un poco de aire y le frunzo el ceño, limpiándome los dedos, cuando estos tocan la tela, me doy cuenta de que me he quemado y duele, un poco, pero duele.

—¿Sabe lo difícil que es quitar esas manchas? Demasiado, tardo horas en quitarlas y muchas de ellas no se van, porque ya esta tan quemada la alfombra que no se quitan.

Vuelve a sacar otro cigarro de su saco, lo enciende de forma descarada enfrente de mí para después tirarme el humo que tenía en la boca, luego tira el cigarro al suelo, pisándolo como si fuera un insecto, abro los ojos de par en par al ver esto, tengo ganas de golpearlo en la cara, pero no me atrevo, es demasiado grande y musculoso para mí ¡Tiene mucha suerte de ser mucho más alto, grande y músculos que yo!

—¿Crees que me importa? — Su voz da escalofrío, además de ser bastante gruesa y pesada. —Ese es TU trabajo, para eso te pago— Da un paso en mi dirección, haciendo que me encoja en mi lugar. —Además, ya tenía planeado cambiar esta alfombra, ya estaba aburrido de verla.

Resoplo con fuerza y me sobo la frente con la yema de mis dedos, no me puedo creer que vaya a hacer eso, si esta alfombra todavía tiene vida por delante, pero si sigue quemándola no va a durar mucho y es una pena, es demasiado hermosa como para... quitarla por un simple capricho.

—Que desperdicio, la verdad— Inflo levemente los cachetes, pero al hablar, vuelven a su estado normal. —Todavía está en buenas condiciones esta, si se le cuida bien, puede durar un tiempo más, va a gastar miles de dólares por una nimiedad, la verdad.

La expresión de su rostro lo dice todo, le importa tres hectáreas de tierra lo que diga y de todas formas va a mandarla a cambiar, tampoco es que pueda hacer mucho la verdad, él es quien tiene el poder adquisitivo en esta empresa. Sin tenernos nada más que decir, el hombre camina hacia el ascensor en compañía de la señorita Rose. Pensando que ya se han ido, corro hacia mi carrito de limpieza, agarro un cepillo y un líquido para limpiar alfombra, enseguida me pongo a limpiar y aspirar las cenizas antes de que sigan manchando la alfombra.

Una vez que he terminado, me levanto del suelo con las rodillas adoloridas, un gemido de dolor se me escapa y me sobo la espalda baja, parezco una anciana, pero estar horas agachada haciendo esto no es fácil, tomo bastante aire y me dirijo a la oficina de mi jefe.

Apenas abro la puerta, un fuerte olor a alcohol golpea mi nariz, haciendo que la arrugue casi enseguida, resoplo con fuerza al ver una botella vaciá en el suelo junto con unas copas, el escritorio esta hecho un desastre, papeles esparcidos por todas partes, lápices y plumas.... en fin... parece que se la pasaron de maravilla. Dejo caer los hombros y me pongo a limpiar sin darle más vueltas al asunto.

Mientras recojo los papeles, los voy organizando por fecha, desde el más antiguo al más reciente, pero luego me doy cuenta de que, son varios meses de diferencia, así que... por única ocasión, me siento en el sillón de mi jefe, tomo un bolígrafo junto con un lápiz y un pos it de color amarillo fosforescente y me pongo a separarlos primero por meses, luego por fechas más antiguas, una vez que tengo el primer montón, lo separo y le pongo la nota encima, diciendo que documentos se encuentran ahí junto con las fechas y el mes. Esto me lleva más tiempo del debido, para cuando termino, mi teléfono se ha apagado junto con mis audífonos, pero ha valido la pena ¡Todo ha quedado bien organizado y limpio! Me levanto del sillón y me voy a dejar todas mis cosas a su lugar, no creo que mañana tenga fuerzas para levantarme, ni siquiera sé qué horas son.

Bajo por el ascensor y un suspiro se me escapa, llego a la primera planta y arrastro los pies hasta la pequeña bodega, tomo mis cosas y me voy a mi casa, debo parecer un zombi, espero no asustar a nadie en el camino. Sentir la fresca brisa acariciando mi rostro es tan aliviador, que me dan ganas de acostarme en el suelo y dormir.

Cuando por fin llego a mi casa, me voy directo a mi cuarto, pongo a cargar mi teléfono y me tiro sobre la cama, hundiendo mi rostro en la almohada, de lo cansada que estaba, ni siquiera pude quitarme la ropa y zapatos, pero poco me importa... al menos hoy.

Una de las cosas que más odio es cuando el idiota de mi hermano hace ruido por toda la casa como si fuera el único que vive aquí, lo peor es, cuando entra a mi cuarto a robarme mi cargador, según él, es silencioso, pero lo cierto es que no, sus pisadas son fuertes y cuando cierra la puerta lo hace con brusquedad. Bueno... ni siquiera por ser viernes me deja descansar tranquila y hace lo de siempre.

—Tris ¿Qué haces aquí? ¿No tienes clases hoy?

Arrastro las palabras, totalmente cansada, me giro un poco hacia él con los ojos entrecerrados, esperando a que me repita la pregunta o preguntas, mi hermano suelta una fuerte carcajada y se tira sobre mi cama, aplastándome en el proceso y sacándome el aire.

—¿Qué si no tienes clases hoy? — Grita en mi oído a todo pulmón.

—¡Si, si tengo! — Le contesto enojada mientras le doy codazos para que se quite de encima de mí.

—Entonces ¿Qué haces acostada? Ya son las diez de la mañana.

Abro los ojos de par en par y como por arte de magia, obtengo la fuerza necesaria para quitar a mi hermano y reviso mi teléfono, he olvidado por completo prenderlo cuando lo puse a cargar, sin esperar a que ese chisme reaccione, me levanto de mi cama, escojo un cambio de ropa y corro hacia el baño para arreglarme lo más rápido que puedo. Detrás de mí escucho las risas burlonas de mi hermano, desgraciado.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo