Capítulo 4

—Muchas medias de seguridad.

—Te digo, es donde los hombres con mucho poder buscan compañía, pero no la de cualquier ramera— Hace un puchero. —Cuando mi padre salga de sus terapias, voy a darle de baja a mi perfil, no me veo haciendo esto eternamente, lo bueno es que he guardado dinero en una tarjeta.

Guardo el pedazo de papel en mi bolsa, arrugándola y enterrándola entre el montón de cosas que tengo ahí, espero nunca necesitarlo, pero... “Nunca digas nunca”, dejando atrás el tema, hablamos de cosas más agradables, como que ya nos queda menos para terminar la universidad, que por fin vamos a dejar los días de instituto, sólo esperamos a que nos vaya bien a la hora de conseguir trabajo.

Estuvimos por horas platicando hasta que mi madre me ha llamado, diciéndome que regrese a casa porque ya era muy tarde, menos mal que mi amiga y yo vivimos en el mismo bloque de apartamentos, nos regresamos juntas a casa.

Durante las próximas semanas, el trabajo ha sido demasiado sencillo, la verdad es que pensé que me costaría más adaptarme a él, pero lo cierto es que no y doy gracias por ello, ya que me ha permitido llevar a paso ligero mi escuela, sin estar presionada por las tareas o los proyectos. Como todas las noches, me toca limpiar mi piso, mientras espero a que el ascensor llegue a mi destino, saco mi teléfono de mi bolsillo y también mis audífonos inalámbricos, luego abro mi reproductor de música y busco mi playlist favorita. Para cuando el ascensor hace “tin” yo ya tengo todo preparado para empezar con mi jornada.

Como siempre, inicio con los cubículos, muchos de ellos están súper asquerosos, llenos de basura, con café derramado, los cestos de basura hasta rebosar, incluso me he topado con chicles pegados debajo de los escritorios. Limpiar toda esta zona es la que me toma más tiempo, pero lo que son los baños y el despacho del jefe, es mucho más rápido.

Luego de un rato, he terminado con todo, bueno, CASI todo, ya que lo único que falta es la oficina del jefe. Antes de entrar, reviso que tengo todo lo necesario para empezar con mi trabajo y una vez de que me cercioro de que tengo todo, me dirijo a la oficina, emocionada de que hoy he terminado temprano.

Estando en la entrada, reviso la batería de mi celular y de mis audífonos, pero unos sonidos provenientes del despacho hacen que me quite los audífonos para escuchar mejor, hasta donde yo recuerdo, sólo estoy yo en este piso. Un escalofrío me invade por todo el cuerpo y no dejo de temblar, pego mi teléfono a mi pecho y abro bien los ojos, la idea de que un ladrón se cuele hasta este piso es imposible ¿no? O.... ¿Sera uno de esos famosos fantasmas que aparecen en las oficinas? ¡Espero que no, soy demasiado miedosa con esas cosas! Trago saliva con dificultad y me acerco más a la puerta, pero enseguida detengo mi paso cuando escucho como una mujer suelta un fuerte gemido de placer seguido del nombre de “Derek”, enseguida los colores se me suben a las mejillas y me alejo del lugar lo más rápido que puedo.

—¡Qué vergüenza! Menos mal que no he entrado a la oficina para saber de qué se trataba, menuda sorpresa me iba a llevar.

Decido darles tiempo e ir a yo perder el mío en algún lugar, no muy lejos de ahí, me daría harta pereza tener que volver a llevar todo ahí. Ha pasado un rato y decido asomarme por una de las esquinas para saber si ya se han ido, pero veo todo tranquilo y pasible, frunzo el ceño y me acerco un poco, pero en eso la puerta hace clic, haciendo que salte en mi lugar y regrese rápido a donde están mis cosas, lástima que no me da tiempo a llegar, ya que escucho a mis espaldas unas risitas coquetas, lo bueno, es que tengo mi escoba entre mis manos y los audífonos puesto, con esto debería poder salir del problema.

Le doy la espalda enseguida a la puerta y me pongo a “barrer” el piso que... hace horas atrás ya había limpiado. Alcanzo a escuchar tacones golpeando el piso, mi corazón se acelera, mi respiración se agita y mi cuerpo se pone tieso, mis piernas tiemblan de ansiedad y mis nervios están a mil por hora, en estos momentos soy un manojo de nervios andante.

Los pasos se detienen, unas gotas de sudor se deslizan por mis sienes, aprieto la mandíbula al igual que el palo de la escoba, luego siento que alguien me toca el hombro, haciendo que pegue un brindo del susto y un chillido se me escapa, la persona que me ha tocado, también se ha asustado. Mi pobre corazón ya no puede con tantas emociones.... creo que me va a dar un infarto en cualquier momento.

Pongo mi mano sobre mi pecho, sintiendo con claridad los fuertes latidos de mi corazón, observo con claridad a la mujer que me ha dado el susto de muerte, ella tiene una expresión seria en el rostro, parece ser que no le gusto que la asuste... ¡Imagínense yo! Que ya estaba asustada por pensar que había un fantasma aquí adentro.

Ella me dice algo, pero no le entiendo, así que me quito uno de mis audífonos y le pregunto que, si me dijo algo, la mujer resopla con fuerza y me vuelve a repetir, que, cuando vaya a acomodar su escritorio, que no mueva su bolsa de maquillaje, que la otra vez la estuvo buscando por todas partes, pareciera que se va a estar quejando por siglos, ya que no para de reprocharme todo lo que le “escondo”, pero sus quejas se ven apagadas cuando la otra persona sale de la oficina.

—Rose, vamos que es tarde— Su voz masculina y poderosa hace que me estremezca.

Un hombre alto, fornido y de un aspecto altamente atractivo sale de la oficina, acomodándose los puños del saco, viéndolo a contra luz, da demasiado miedo ¡Qué bueno que no me lo encontré a él primero en toda esta oscuridad! Seguramente si me muero de un infarto si lo veo.

—Sigue soñando— Murmura la mujer de forma algo maliciosa.

Regreso la vista a ella, sorprendida por sus palabras, ¿De verdad cree que me interesa tener un hombre en mi vida? Bueno... sí, pero no en estos momentos, no me veo con cabeza para estar dividiéndome entre tantas labores, no quiero añadir más estrés a mi vida.

—Siempre lo hago, pero desafortunadamente los sueños no me dan nada— Respondo entre pequeñas risitas. —Si me quedará en el mundo de los sueños, sería ideal, no tendría que pagar tanto por la inscripción de mi universidad— Me acerco un poco más a ella, como si fuera a contarle un secreto. —¿Sabe en cuanto están las inscripciones?  ¡Carísimas! — Exclamo con fuerza mientras me alejo de ella. —¡Entre un fantasma en la oficina y la cuenta de mi universidad, definitivamente me da más miedo la cuenta! Creame, incluso el fantasma tendría miedo de ver semejante numero— Sacudo el cuerpo con miedo de tan solo recordar la deuda que tengo con la universidad. —Cada día la educación está más cara, que terrible.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo