En ese momento, en la escuela.
Ximena llegó a la puerta del salón de los niños, acompañada por dos guardaespaldas.
Faltaban unos 10 minutos para la reunión de padres en el auditorio multimedia, y quiso ver primero a los niños.
Desde la entrada, Ximena vio de inmediato a Nicolás y Leo sentados delante y atrás, escuchando atentamente la clase.
En un instante, la frialdad en los ojos de Ximena se desvaneció y solo quedó ternura.
Los dos pequeños parecieron sentir algo.
Voltearon la cabeza al unísono hacia la puerta del salón.
Al ver a Ximena, ambos abrieron los ojos gradualmente.
—¡Mamá!
Nicolás se levantó de repente, ignorando al maestro que daba la lección, y corrió directo hacia afuera.
Leo lo siguió de cerca, con un semblante inusualmente ansioso.
Al ver esto, la maestra salió apresuradamente detrás de ellos.
Pero al ver a Ximena, regresó al salón.
Nicolás agarraba fuertemente la ropa de Ximena con sus pequeñas manos, llorando desconsolado.
—¡Mamá, te extrañé mucho!
Leo también