Ximena se dio la vuelta en la cama y alcanzó su teléfono. Cuando vio la llamada entrante de un número desconocido, frunció el ceño.
¿Quién podría estar llamando a estas horas de la noche?
Con cuidado, Ximena salió de la habitación, levantó la manta y respondió la llamada en silencio, esperando a que la persona al otro lado hablara primero.
—¿Hola? ¿Es Ximena? —Una voz desconocida dijo—: Esto es desde la prisión de la ciudad.
¿Prisión?
Un sentimiento de inquietud invadió el corazón de Ximena.
—¿Hay algo que necesite?
—Su padre falleció en prisión a las tres y cincuenta y dos de la madrugada. Por favor, venga a reclamar su cuerpo mañana.
—¡Boom! —Un sonido retumbante en su mente dejó a Ximena en blanco.
Raúl...
¿Muerto?
Ximena bajó lentamente el teléfono, sus ojos estaban llenos de incredulidad. A pesar de su resentimiento hacia Raúl, cuando era niña, él trabajó arduamente para mantener a la familia.
Sintiendo un dolor punzante en el pecho, Ximena se dejó caer impotente en el sofá.
¿Por