Al ver a Mariano colgar el teléfono y regresar, Simona rápidamente se acostó en la cama para fingir que estaba durmiendo, actuando como si no supiera nada. Esperaría hasta mañana para acompañar a Mariano y descubrir qué estaba planeando.
En la noche, a las once.
Ximena, exhausta, regresó a casa. Subió las escaleras y entró al baño. Al encender la luz, se enfrentó a su reflejo en el espejo: un peinado despeinado, ojos hinchados y varias marcas evidentes en su cuello.
Los dedos de Ximena se apretaron lentamente, mientras en su mente persistían las imágenes del comportamiento despiadado de Alejandro.
Sabía que ver a Felipe enfurecería a Alejandro, pero no esperaba que el desenlace fuera así. Antes de bajarse del coche, Alejandro la había advertido: no podía volver a encontrarse con Felipe, o sufriría las consecuencias. Sin embargo, ¿cómo podía retractarse una vez que ya había dado ese paso?
Aún no había descubierto quién estaba detrás del perjuicio a Renata, y no tenía pruebas que confirm