Simona se fue de Villa Rivera, y Mariano la siguió de cerca. Los dos continuaron su camino hasta llegar al apartamento de alquiler de Simona, donde ella estacionó su auto. Sin prestar atención a Mariano, Simona salió del auto y subió al ascensor.
Apenas había pulsado el botón del piso, Mariano se apresuró a entrar en el ascensor. Simona lo miró sorprendida y exclamó:
—¿Restrepo, estás loco...?
Antes de que pudiera terminar su frase, Mariano tomó la cabeza de Simona y la besó apasionadamente. Simona intentó liberarse, pero Mariano sujetó sus manos y las mantuvo apretadas contra su pecho.
Después de un momento, Mariano soltó los labios de Simona y, jadeando un poco, le dijo: —Simona, ¡me he enamorado de ti!
Simona se quedó atónita y preguntó:
—¿Qué dijiste?
Mariano respondió con seriedad:
—¡Dije que me he enamorado de ti!
Después de un breve momento de desconcierto, Simona de repente estalló en risas y dijo:
—¡Tú lo dijiste primero!
Sin más palabras, Simona agarró la corbata de Maria