—Muérdete el dedo hasta que sangre —dijo Jacinta.
Aunque Mateo no entendía por qué, obedeció y se mordió el dedo hasta hacerlo sangrar, ofreciéndoselo a Jacinta.
Jacinta tomó su dedo sangrante y trazó una línea de sangre en la frente de Liliana.
Luego en el filtrum y en la barbilla.
Mateo miraba confundido.
—Jacinta, ¿qué estamos haciendo?
—Ha perdido un fragmento de su alma, y ese fragmento está atrapado por fantasmas. Necesitamos tu sangre de yang puro para intimidar a esos fantasmas.
—¿Atrapado por fantasmas? —Mateo seguía sin entender.
Jacinta miró profundamente a Mateo.
—Hijo, dime, ¿cómo se desmayó Liliana?
Mateo le contó a Jacinta lo que Wilmer les había dicho.
—Así que Liliana usó un talismán para separar un fragmento de su alma y percibir ciertas cosas, pero ahora esos fantasmas están rodeando ese fragmento de su alma —explicó Jacinta.
Mateo abrió los ojos de par en par.
—¿Entonces los fantasmas que lastimaron a Liliana todavía la están acosando?
—Sí.
—¿Puedo usar mi sangre de