—Mateo —Leo lo miró y dijo—: Ahora no hablemos de eso. Lo importante ahora es Liliana, y además aún no hemos avisado a papá y mamá.
—¡No les avisen! —Mateo replicó de inmediato—: Avisarles sería como si Liliana fuera a...
Mateo no se atrevió a terminar la frase.
—¿Dónde está el helicóptero? —Wilmer preguntó mirando a Nicolás.
Nicolás miró su reloj de pulsera.
—El vuelo tarda seis horas. Probablemente ya esté a mitad de camino.
Las palabras de Nicolás dejaron a todos sin aliento.
Tanto tiempo, y con los signos vitales de Liliana tan inestables... ¿podría resistir?
Los minutos pasaban lentamente. La enfermera de turno entraba y salía para revisar el estado de Liliana.
El cielo pasó de negro a un tenue amanecer. Mientras todos esperaban ansiosamente, el teléfono de Nicolás sonó de repente.
Sacó su teléfono y al ver que era el guardaespaldas, contestó de inmediato.
—Habla.
—Señor Nicolás, ya estamos en la azotea del hospital. ¿Dónde están ustedes? Vamos a traer a la señora ahora mismo.
—¡U