Fabián se acercó a su abuela y le preguntó con preocupación:
—Abuela, ¿qué vas a hacer cuando seas mayor y te quedes sola aquí?
La anciana respondió con brusquedad:
—¡Eso no es asunto tuyo!
Acto seguido, se dio la vuelta y cerró la puerta de un portazo. Su actitud era tan fría que a cualquiera se le habría encogido el corazón al verla.
Fabián permaneció en silencio frente a la puerta durante un buen rato, con la cabeza gacha. Finalmente, apoyándose en su bastón, se dirigió hacia donde estaban Liliana y los demás.
Al llegar frente a Liliana, Fabián dijo con amargura:
—Lamento que hayan tenido que presenciar esto.
Liliana estaba a punto de consolarlo cuando Wilmer intervino:
—¿Acaso lo hiciste a propósito para que lo viéramos?
Fabián levantó la cabeza de repente, mirando a Wilmer con desconcierto.
Liliana también lo miró sorprendida:
—¿Qué quieres decir con "a propósito"?
Wilmer, sin apartar la mirada de Fabián, explicó:
—Seguramente sabías cómo iba a reaccionar tu abuela. Cuando dijimos