Liliana asintió:
— Así es. ¿No soy increíble?
— ¿Cómo es el Señor del Inframundo? —preguntó Mateo con ojos brillantes.
Liliana lo miró irritada:
— Cuando mueras de viejo lo verás. ¿Para qué preguntas eso ahora?
Mateo hizo un puchero:
— Solo tenía curiosidad.
— Deja de preguntar esas cosas —Liliana respiró hondo—. ¿Vino algún espíritu estos días?
— Sí, pero... —Mateo miró a Luciana.
Luciana explicó:
— No entraron, solo miraban desde afuera. Pero algunos tenían un aspecto tan horrible que Mateo se desmayó varias veces.
Liliana hizo una mueca y miró a Mateo, cuyas mejillas estaban rojas de vergüenza.
— Veo que Luciana tiene más agallas que tú.
Mateo se rascó la cabeza, avergonzado:
— Sí, Luciana es muy valiente. Incluso se atrevió a hablar con los fantasmas.
Liliana:
— Ya que todo está resuelto, deberíamos volver.
Luciana, gracias a ti y a Mateo por acompañarme. Sin ustedes no habría salido tan bien.
Luciana:
— No digas eso. Lo importante es que hayas regresado.
De madrugada, los tres vo