Liliana ladeó su cabecita.
—¿Qué cosa?
—¿No le prometiste algo a alguien que aún no has cumplido?—preguntó Zacarías sonriendo.
Liliana pensó cuidadosamente.
—¿Prometí hacer algo por alguien? No creo... Liliana aún no es tan grande, no me atrevería a prometer cosas así nomás.
—Piensa bien, ¿no le prometiste algo a alguien?—Zacarías se corrigió. —A un alma, no a una persona.
—¡¿Un alma?!
Liliana estaba aún más confundida. ¡¿Cuándo le había prometido algo a un alma?!
Zacarías le acarició la cabeza sonriendo.
—No te apures, puedes pensarlo con calma. Cuando lo recuerdes, irás a Reinovilla.
Por las palabras de Zacarías, Liliana no pudo dormir en toda la noche.
Miraba la luna creciente por la ventana, preguntándose a quién le habría prometido algo.
Pensando y pensando, Liliana bostezó y se quedó dormida.
En su sueño, un hermoso zorro blanco daba vueltas alrededor de ella.
Liliana lo perseguía feliz, cuando de repente tropezó y cayó al suelo.
Antes de que pudiera quejarse, una mano suave