Selene respondió:
—Sí, Ximena. Esta situación no se puede apurar.
Ximena pensó un momento y dijo:
—Dejemos que mi hermano coma y luego se vaya rápido, me siento un poco inquieta.
—No te preocupes, Ximena,— dijo Selene. —Logré convencer a Andrés para que acepte que alguien de la seguridad que mi padre asignó lo acompañe. Piénsalo, ¿quién tendría el coraje de hacer algo delante del ejército?
Ximena agradeció:
—Selene, gracias por tu ayuda.
Selene rió:
—¡Ximena, quiero ser tu cuñada en el futuro!
Ximena sonrió:
—Está bien, si puedes conquistar a mi hermano, estoy de acuerdo.
La fiesta de cumpleaños comenzó, y los empleados encontraban excusas para brindar con Ximena por pura curiosidad. Después de varias rondas, Ximena casi vació su botella de vino tinto. Cuando otro grupo se acercó, Ximena iba a servir más vino, pero Andrés se levantó y detuvo su mano.
—Xime, no debes beber más.
Ximena aún estaba sobria, aunque su cabeza se sentía un poco pesada.
—Está bien, solo un poco más para a