Nicolás frunció ligeramente el ceño al ver que Luciana no tocaba nada.
Se humedeció los labios y sirvió un muslo de pollo en el plato de ella.
El rostro de Luciana se puso más rojo:
—Yo... yo puedo servirme sola, gracias.
—Entonces come—dijo Nicolás. —¿O planeas quedarte ahí sin comer nada?
Luciana asintió:
—Está bien...
Desde la distancia, Damián vio la actitud de su hija y sonrió levemente.
—Parece que Luciana sigue sin soltarse.
Ximena:
—Los niños no han convivido mucho, y sumado al carácter reservado de Luciana, es normal que le cueste adaptarse.
Damián bajó sus cubiertos:
—Ximena, hay un favor que quiero pedirte.
Ximena también dejó los cubiertos:
—Dime, Damián.
—Acabo de hacerme cargo de MIK y tengo muchos asuntos que revisar, por lo que estaré un tiempo en Reinovilla. ¿Te molestaría cuidar a Luciana en tu casa? Cuando esté muy ocupado, puede que no pueda atenderla.
Al oír a Damián, el ojo de Mariano tuvo un tic nervioso.
Se acercó a Simona y le dijo:
—¿Escuchaste eso? ¡La