Él apretó fuertemente la mano de Estrella, su voz pesada.
En menos de un minuto, el doctor de guardia llegó a la habitación. Después de examinar a Estrella, primero hizo que la enfermera le sacara sangre, luego le puso suero con antiinflamatorio.
—¿Por qué su frente sigue tan caliente?
Daniel tocó la frente de Estrella, frunció el ceño aún más profundo, sus ojos rojos como la sangre miraron al doctor.
El doctor se apresuró a decir:
—Señor Quiroz, apenas se acaba de poner el suero, no puede hacer efecto tan rápido. En un momento haré que la enfermera le frote las manos y pies con alcohol a la señorita Zelaya para bajarle la fiebre físicamente.
Después de que el doctor habló, rápidamente pidió que viniera la enfermera.
Daniel observó atentamente cómo la enfermera le frotaba las palmas de las manos y las plantas de los pies, lo memorizó, luego se acercó y dijo:
—Dámelo a mí, yo lo haré.
La enfermera se quedó paralizada un momento, se puso de pie y al ver al hombre cuidando con tanto esmer