El rostro de Estrella cambió ligeramente, su corazón inexplicablemente acelerado mientras sus ojos, brillantes, evitaban la ardiente mirada del hombre.
La mano que él sujetaba se sentía caliente, casi ardiente.
¿Sería posible que Daniel sintiera algo por ella?
—Manuel siempre te ha apreciado mucho. Me encargó específicamente que cuidara bien de ti —dijo el hombre con voz serena. El Manuel al que se refería era su padre.
Al escucharlo, las orejas de Estrella enrojecieron. Pensar en lo que había imaginado segundos antes la hizo sentir tan avergonzada que deseaba que la tierra se la tragara.
Realmente Juan la había alterado tanto que hasta tenía estas fantasías absurdas.
Así que era por Manuel. Con razón.
Manuel y su abuelo eran viejos amigos, muy cercanos. Estrella incluso había vivido brevemente en la casa de los Quiroz durante un mes, y Manuel la había cuidado mucho.
Suspiró aliviada y dijo:
—Gracias por la molestia, tío.
Daniel captó su expresión y algo oscuro cruzó su mirada antes de