¡No!
—¡David!
¡Se escuchó un grito de sorpresa! Yaritza bajó del coche en el primer momento, ¡corriendo hacia la cerca ya rota! Pero no pudo hacer nada...
Miró con los ojos bien abiertos cómo el vehículo caía estrepitosamente al río Sereno…
¡Plof!
Unas salpicaduras enormes se elevaron.
—¡David!
Yaritza gritó su nombre, pero su voz fue rápidamente dispersada por el viento...
Sin respuesta alguna.
Sus ojos se enrojecieron, apretó los dientes y se volvió hacia el todoterreno. Si no fuera por ellos, ¿cómo habría caído él al río Sereno?
Yaritza, sin importarles que tuvieran armas, ¡cada movimiento de combate estaba lleno por completo de una intención de desahogo!
Diego actuó con gran agilidad, ¡enfrentándose a varios hombres!
En ese preciso momento, uno de ellos apuntó con la pistola hacia Yaritza.
—¡Cuidado, querida!
Yaritza fue rápida, hizo una voltereta en el aire y ¡derribó de inmediato al hombre al suelo!
¡Pum!
La boca de la pistola apuntó hacia la oscura noche, ¡y se disparó al aire!