SIPNOSIS Corbin Hunt, Chico malo y perdedor, tomó solo una inteligente y desinteresada decisión en su triste y arruinada vida, alejarse de Sienna Green. Sienna y él tuvieron un encuentro de alucinante sexo... pero Corbin sabía que no era lo bastante bueno para ella. La amaba tanto que estaba dispuesto a dejarla ir. El hecho es que en el mundo de Corbin y un pasado oscuro no hay lugar para la dulce Sienna Green. Años después se vuelven a encontrar y ahora sus mundos están a punto de chocar y con ellos los secretos y las mentiras. Sienna y Corbin tendrán que luchar por lo que quieren...
Leer másCapítulo 1
LA ACTUALIDAD SIENNA Pensar que las cosas podrían ser peores era quedarse corto. Aquí estaba yo, tratando de alcanzar una estantería para colocar los nuevos vasos de vidrio que habían llegado; nunca pensé que mi estatura (1.60) llegaría a ser un problema hasta ahora. Tara, la gerente del lugar, me había asignado organizar todo el bar, aunque sentía que lo hacía más que todo por venganza; aunque desconocía el motivo. Llevaba trabajando en el nuevo restaurante casi un mes y me había mudado de San Diego a San Francisco alrededor de un mes y medio. Los días eran agitados, y cada día me esforzaba para adaptarme a este nuevo entorno. El restaurante se había abierto recientemente, y aunque parecía tener éxito, la presión del trabajo era abrumadora. Cada vez que me cruzaba con Tara, se notaba que estaba estresada; sus ojos reflejaban la preocupación y la carga que llevaba. Me preguntaba si alguna vez sería capaz de lidiar con todo ese estrés, siendo nueva en la ciudad. —Baja de ahí ahora mismo, antes de que puedas romper algo que no está en mi presupuesto de daños extras. Esa voz alguna vez me pareció tan cálida y segura. Nada que ver con la que se ha convertido ahora. Lo miro por encima de mi hombro y lo veo allí parado, con los brazos cruzados y una mirada que podría paralizar a un león. Luego bajo la mirada a mis pies y creo saber a qué se refiere. Rápidamente bajo del pequeño banco que he tomado para poder llegar hasta aquí arriba. No puedo evitar sentir que me está observando como si fuera una niña pequeña que no sabe lo que hace. —Lo siento, señor. Tara me ha mandado a terminar esto. En mi mente, una ola de frustración se arremolina. «¡Mi tamaño nunca ha sido un impedimento para realizar mis trabajos, idiota!» es lo que me gustaría poder gritarle, al idiota. En su lugar, me quedo callada. Él me observa un segundo, su expresión es casi indiferente. —Ve a la cocina y ayuda a Ian. Buscaré a alguien más para que termine esto. —P-pero... —Pero nada. ¿Acaso eres sorda? Haz lo que te digo. No espera que le dé respuesta alguna y se marcha. Camino a la cocina, indignada por cómo el gran capullo me trataba ahora. Entiendo que ha cambiado en los últimos cinco años. Su musculatura, los rasgos afilados de su cara, incluso la forma en que viste, todo habla de un hombre que se ha vuelto casi intimidante. Físicamente, yo tampoco soy igual a aquella niña que había dejado atrás al marcharse, algunas áreas han cambiado. Él por otro lado, no siempre fue un ser así de despreciable; era una persona que parecía tener sangre en las venas y un corazón latente en ese cuerpo que ahora parecía no tener alma. Cuando vine a San Francisco buscándolo, no sabía a qué tipo de cambios me enfrentaría, pero definitivamente no era este el que esperaba. Tal vez había sido un error volver, pero algo dentro de mí insistía en que aún había esperanza de recuperar al chico que había conocido. —Hola, Ian. Corbin-idiota-Hunt me envió a ayudarte aquí. Ian levanta la mirada y me da una de sus sonrisas cálidas, del tipo amable que te recuerda a los días soleados en la playa. —¡Genial! ¡Porque necesitaba a alguien para que pruebe mi nuevo platillo! Supongo que los chefs nunca dejan de crear comidas extrañas. Me acerco a él, sintiéndome un poco más aliviada en su compañía. Creo que podría ser un buen día tras todo. Mientras miro alrededor, percibo que la cocina es lo que hace que todo el restaurante funcione, lleno de aromas intensos y sabores en constante evolución. Río y me acerco a él, dispuesta a probar su creación. Pasé el resto de la mañana en la cocina con Ian, aventurándome a ayudar en pequeños detalles: picando verduras, asegurándome de que todo esté bien organizado. Ian es un verdadero maestro, y me siento afortunada de trabajar a su lado. Se nota que ama lo que hace, y eso contagia a todos a su alrededor. —Necesito que me eches una mano atendiendo las mesas, Maddie. Es que no tengo mucho personal hoy; Susan está enferma y Luisa tiene el día libre. Giro y veo a José que me pone cara de súplica, sus ojos implorando ayuda. —Sí, claro. —le digo. —Bien. Siento robártela, Ian. —¿De verdad lo sientes? —le pregunta Ian, mientras yo dejo el trapo con el que me estoy secando las manos en la encimera. —No —responde José con descaro. Sonrío. —Eso pensé. —dice Ian. —Toma —me dice José, pasándome un delantal con bolsillos al frente. Me lo ato a la cintura y acomodo mi cabello en una coleta alta, lista para enfrentar el caos del servicio—. Gracias, nena. Te debo una. Sonrío y salgo al abarrotado restaurante; es entonces cuando me percato de que no sé qué lugar me toca. Mirando hacia el área del comedor, el murmullo de las conversaciones y el tintineo de la vajilla me abruman un poco. —José, no sé... —Ala derecha, nena. —Gracias. Sigo mi camino y voy a la primera mesa, donde está una pareja de ancianos. Saco del delantal el bloc de notas y el bolígrafo. —Buenas tardes, yo soy Maddie. Y voy a tomar sus órdenes —les dedico una sonrisa. Ellos me observan; la primera en hablar es la mujer, que sonríe cálidamente. —Qué linda eres. —Gracias —le digo, sintiendo un pequeño cosquilleo de gratitud—. Bueno, querida, vamos a querer: arroz, pescado a la plancha, ensalada César y vino tinto. —En un momento se los traigo. Voy rápidamente a la cocina, dejando la orden y soltando un suspiro; me siento un poco más cómoda con cada nuevo pedido que tomo. Así me la paso parte de la tarde y de la noche, de un lado para otro, entre camareros apresurados, clientes entretenidos y la esencia de la buena comida. En medio de la locura, una parte de mí siente que, a pesar de los cambios y la distancia, hay algo en este lugar que me recuerda a casa. Quizás la calidez de los rostros que encuentro en cada mesa, o el frenético ritmo de la cocina, en todo caso, me hace sentir viva. A medida que me sumerjo en el trabajo, me doy cuenta de que, aunque la vida puede ser impredecible y el pasado está marcado por sombras, hay espacio para momentos de alegría. Y, aunque Corbin, el idiota, me haya tratado mal, eso no definiría mi experiencia aquí. La noche avanza, y yo sigo sonriendo, incluso si el capullo de Corbin está en el camino.EPÍLOGOCORBIN. DIEZ AÑOS DESPUÉS.Si me hubieran dicho hace unos años que me convertiría en un hombre responsable, estable y padre de tres maravillosos hijos, me habría reído durante horas. Y si me hubieran mencionado que todas esas horas en el gimnasio para mantener un cuerpo en forma, con abdominales bien marcados, terminarían siendo la almohada de una pequeña y frágil personita, me habría reído durante días.Ahora, la verdad es que estoy exactamente donde me encanta estar: viendo a mi pequeña Emma, de dos años, dormir con la cabeza apoyada en mi estómago. Ese se ha convertido en su lugar favorito para tomar una siesta cada tarde. Y yo, sin importar dónde estuviera, debía correr a casa para disfrutar de este momento maravilloso con ella. Era tan malditamente hermoso ver cómo alguien tan pequeña y delicada confía plenamente en mí para dormir, sabiendo que la protegeré. Esta era la diferencia entre ella y sus hermanos, Eric y Ethan; a ellos les gustaba dormir con Sienna, pero a Emma
CAPÍTULO 59SIENNA—¿Qué le sucedió? —pregunto con curiosidad. —Su madre decidió un día dejarme sin ningún motivo y desapareció. Nunca supe que estaba embarazada de mí hasta 18 años después, cuando por fin logré encontrarla. Para entonces, el daño ya estaba hecho; Amanda había sido violada varias veces por su padrastro, su madre había muerto de una sobredosis y ella fue criada en casa por ese tipo. Cuando llegué, no pude hacer más que llevarla conmigo lejos de Nueva York. —Dios mío, papá —dije, conmovida, dejándome caer en el borde de la cama. Ahora entendía por qué había dicho aquel día que no tenía suerte con las mujeres que llegaban a su vida—. Es horrible. Pero, ¿por qué buscaste a su madre si no sabías del embarazo? —Porque unos meses después de que ella me dejó, unos conocidos míos la vieron con un bebé, así que quise saber cuáles eran las posibilidades, ya que mi cuenta no me fallaba. Y, Sienna, esa cuenta no me falló. Amanda es tan hija mía como lo eres tú. —Asentí, trat
CAPÍTULO 58SIENNA—Joder, es hermosa —mira mi barriga con tanta devoción que mi corazón se oprime—. ¿Seré padre otra vez? —me mira, sus ojos rojizos llenos de lágrimas no derramadas aún, con el azul resaltando aún más. Asiento, sin saber cómo interpretar su reacción, y de repente, en dos zancadas, está arrodillado frente a mí, rodeando mi cintura y acercando su cara a mi barriga—. Cásate conmigo, Sienna.—Co-Corbin, no tienes que casarte conmigo solo porque esté embarazada.—No lo estoy haciendo por eso; lo hago porque quiero que seas malditamente mía. Quiero que tú, Eric y este bebé lleven mi jodido apellido.... Se que eso sería muy extraño, ya que es el apellido de tu padre, pero tú no llevas su apellido y... —Era eso lo que siempre había querido: casarme con él y vivir juntos para siempre.—Sí —susurro con la voz temblorosa por la emoción.—¿Qué has dicho? —me pregunta desde abajo, besando mi vientre.—Que sí. Me casaré contigo, Corbin. No importa lo de los apellidos. Solo quiero
CAPÍTULO 57SIENNAAlgo extraño dentro de mí se aprieta al ver esa escena tan... tan... erótica. No puedo apartar los ojos de los tres que se mueven como si fueran uno solo. Nat juega con el interior de Ava, Messi baja su vestido, sacándole un seno y se lo ofrece a Nat, quien se lo lleva a la boca y lo amamanta. Messi la vuelve a besar, tragándose su gemido. Entonces, Natasha se levanta y se arrodilla entre las piernas de Ava, quitándole las bragas. Las deja a un lado y le abre bien las piernas, mirando el coño de mi amiga y luego su cara embriagada de placer. —Tan jodidamente hermosa y perfecta. Y toda nuestra —dice Nat, acercándose y enterrando su cara entre sus piernas, comiéndole el coño.—Maldición, eso es caliente, Nat. Si tan solo... olvídalo —Messi se corta y vuelve a besar a Ava, pero ella se separa y los mira a ambos.—¿No podrían hacer una excepción, por mí? —Messi y Nat se miran. —Mierda, más te vale que sea bueno —le dice Nat a Messi. Él sonríe de emoción, inclinándose
Capítulo 56SIENNA—Tienes razón, Corbin, esto es asunto de ellos —le digo mientras me vuelvo hacia la cocina, con el corazón en la garganta. Por un segundo había olvidado el enorme cambio que ha dado mi cuerpo, el cual escondo con un jersey ancho para el frío. ¿Y si ya se dio cuenta y por eso está aquí? Ben, sin duda alguna, tuvo que haberlo notado. Al terminar de preparar la comida, escucho la conversación breve entre Ava y Corbin.—Ella tiene razón, no es mi problema, pero son mis mejores compañeros y amigos. A Messi le gustaba, o le gusta, Natasha, pero ella, como ya sabes, no le gustan los hombres. Mi consejo es que hables con ellos dos, porque si desde un inicio accedieron a esta relación de poliamor, hazles saber que no vas a escoger entre los dos. O son los dos o ninguno; créeme, Messi funciona bajo presión.—¿Y si deciden no aceptar? ¿Y si pierdo a uno o a ambos?—Ava, la respuesta es clara. Si eso sucede, es que no eres lo suficientemente importante para ninguno de ellos. No
CAPÍTULO 55SIENNA—Lo sé. Pero las personas no actúan o piensan como uno quisiera. Si no todos fuéramos iguales...—Cierto —responde él.—Sienna —me llama.—¿Sí? —lo miro, pero él no parece prestarme atención; su mirada está perdida en algún punto de la sala.—Yo amaba a tu madre. Si ella me hubiera dicho que estaba embarazada de mí, juro que me hubiera hecho cargo de ambos.—¿La amabas? —pregunto, sintiendo que la pregunta es válida—. Hablas del pasado y, sin embargo, siento que aún la amas.—Ella me traicionó, y eso es algo que aún me duele.—Estás muy seguro de ser mi padre.—Porque lo soy.—Está bien —le digo, ya no estoy dispuesto a seguir discutiendo sobre eso.Una hora después, nos entregaron los resultados del ADN. Ben, sin tiempo que perder ni darle suspenso a la escena, abre el sobre y lee. Mi corazón martillea de los nervios. De pronto, una leve sonrisa se asoma en la comisura de sus delgados labios. Entonces, todo el aire que había estado conteniendo sale expulsado de mis
Último capítulo