¿Aún temes de tu hija?

Recorrió la ruta de desinfección pacientemente, no podía correr ningún riego de exponerla a los gérmenes o a alguna bacteria. Caminó por los estériles pasillos cubiertos de material aislante, para evitar el exceso de calor Lidya había instalado aires acondicionados por toda la casa por lo que el frío era un poco más intenso de lo que debería.

— ¿Dónde está mi ahijada favorita?— Preguntó, una vez terminó la desinfección, a la joven que se encontraba leyendo tranquilamente con los tobillos cruzadas sobre el sofá.

La joven levantó la cabeza emocionada, sus ojos brillando en lágrimas.— ¡Hada Madrina! — Saltó a abrazarla con mucha fuerza.— La eché tanto de menos...— le dijo llorando.

— Yo sé, mi pequeña.— Acarició su cabello, cada vez más largo y ella odiaba cortarlo.— Perdón por tardar tanto en venir.

— No importa, sé que estuviste algo ocupada.— Tiró de sus manos y la sentó en el sofá.— Mejor cuéntame...¿Has visto a mo hermana?

Sara no supo
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