No aguantó la partida.
Lianna sonreía dichosa mirando como su primo se subía junto a sus maletas en un auto rumbo al aeropuerto; le había ganado esa batalla pero era consciente de que el consejo aún no había acabado con ella.— Duró menos que la última vez.— Habló Martín detrás de ella.— No lo hace menos molesto, créeme.— No apartó la vista del vehículo hasta que hubo desaparecido tras el gran portón.— Sus delirios de grandeza me provocan migraña.— Tal vez el consejo quiera enviar a uno más fuerte la próxima semana.— Advirtió.— Debemos estar preparados.— Está vez lo estaré créeme.Se fueron a la cocina a tomar su desayuno, con la voz de Ally contándoles los nuevos chismes entre los empleados de fondo. Vaya que esa mujer no pasaba nada inadvertido.— ¿Algo importante para hoy?— Quiso saber Lianna cuando terminaron de desayunar.— Debe firmar unos papeles, para autorizar el subsidio a los sobrevivientes de la