No sabía si era porque Mila no había visto a Luna muchas veces, pero no logró darse cuenta de que la mujer frente a nosotras se parecía a ella.
—Pues a decir verdad no me parece —dijo, y luego, pensativa, me miró raro.
—¿No será que piensas que esta mujer es Luna? ¿Que no está muerta y tan solo fingió su muerte?
Justo cuando iba a decir que tenía esa sensación, Mila añadió,
—Cuando fui a preguntar, me dijeron que la muchacha de la limpieza lleva más de un año trabajando en el hotel, y Luna no lleva ni medio mes muerta, ¿verdad?
Yo me quedé en silencio.
Así que, en efecto, la mujer no podía ser Luna.
—Y aunque Luna fingiera su muerte, no se animaría a aparecer en un lugar como este —continuó Mila.
—Un fugitivo que finge su muerte probablemente solo se escondería en un lugar apartado y lejos de cualquier atención.
—Es cierto... —empecé a decir, pero no terminé la frase cuando sonó mi teléfono.
Era mi abuela.
Me dijo que no sabía qué había comido, pero que tenía una