David me miraba con tanta seguridad que no pude evitar recordar cómo me sentí el día del divorcio, cómo mi cuerpo no podía controlarse. Eso me hizo sentir un poco incómoda, incluso con miedo. Miedo de que, como él decía, al recuperar mi memoria, volvería a enamorarme de él. ¡Eso es algo que no puedo aceptar de ninguna manera!
Por instinto, pensé que, tan pronto como me fuera, buscaría a un chico guapo para pasar una noche divertida.
Me conozco bastante bien. Crecí bajo el cuidado de mi abuela, y aunque fui educada con valores tradicionales, soy una persona que, cuando ama, lo hace de manera profunda, de principio a fin.
Si ahora me divierto con otro hombre, y en el futuro, cuando por fin recupere mi memoria, no importa cuánto lo ame, cuánto lo haya amado, ni cuánto lo necesite, aunque prefiera morir que dejar de amarlo, no podría volver a estar con David.
O, para hablar de una posibilidad aún más remota, si por alguna razón, después de recuperar la memoria, David y yo, aunque no